X
Una tarde de penas consentidas
te cruzaste de pronto en mi camino
y brotó de mi pecho peregrino
una fuente de risas escondidas.
Esa tarde de rosas encendidas
me encontré con tus ojos y, mi sino,
hasta entonces errante y anodino,
caminó ya por sendas definidas.
Y es que tú, mariposa de alto vuelo,
decidiste una tarde de azahares
exhibir tu volar a ras de suelo.
Y esa tarde subiste a los altares
de mi mundo sin fe, para consuelo
de mis penas de amor y mis pesares.
2010