XXXII
Tú
y yo somos, amor, sombras furtivas
que
se buscan con sed de madrugadas
entre
sábanas sepias y arrugadas
o
entre nubes del tiempo fugitivas.
Somos almas sin fe, sin perspectivas,
que
un mal día cruzaron sus miradas
en
un alba de luces apagadas,
sobre
un brote de lágrimas cautivas.
Tú y yo somos, amor, la voz dormida
de
ese sueño infantil de negra suerte
que
murió en una calle sin salida.
Tu destino es amar; mi error, quererte
aún
sabiendo que el río de mi vida
fluye
ya seducido por la muerte.
Septiembre-2012