jueves, 24 de enero de 2019

El adiós



                     XXVIII

A ese amor imposible, tan ajeno,
que abatió con su luz mi fortaleza,
que adornó mi vivir con la belleza 
de su gran corazón, dulce y sereno. 

A ese amor que inoculó el veneno 
de sus versos de miel en mi tristeza,
a ese amor que acabó con mi entereza,
hoy quiere mi razón ponerle freno.

Porque ya no es posible tanta espera,
porque sé que la espera será en vano,
porque todo no es más que una quimera. 

Pero sé que, por ese amor lejano,
volveré a sonreír en primavera,
volveré a renacer cada verano.

                             Marzo-2012