LV
Por
llenar el vacío que me habita,
me
volví recipiente de tu anhelo,
me
colgué de las nubes de tu cielo,
me
sentí en tu jardín rosa marchita.
Por
matar el hastío que me irrita,
me
embriagué con el brillo de tu pelo,
me
perdí tras el cebo de tu anzuelo
y
bebí del rencor que en ti palpita.
Y
a nadie culpo, no, ni a ti siquiera,
que
de nadie es la culpa cuando el viento
arrastra
tras de sí las hojas muertas.
Mas, llegando la nueva primavera
regresaré
pletórico y sediento
a
mendigar amor en otras puertas.
Abril-2014