XXIV
No sé cómo aprendimos a vivir
sin temor a los fácticos poderes,
ni en qué dulce soñar de amaneceres
comenzaron los sueños a latir.
No sé cuando empezamos a exigir
derechos que igualaran los deberes,
ni cuando descubrimos los placeres
negados por el verbo reprimir.
Sólo sé que en feliz complicidad
devolvimos la luz a la memoria
perdida entre la negra oscuridad.
Tiempo de transición, días de gloria;
un tiempo donde al fin la libertad
navegó por el mar de nuestra historia.
Varios años después, aquella
euforia
terminó sucumbiendo al descubrir
que nuestra transición
fue...transitoria.
Noviembre-2011