XLIX
Crecí entre verdes mares de espigas generosas
junto
a resecos campos de olivos y viñedos
entre
unos brazos fuertes refugio de mis miedos
en
madrugadas negras de estrellas temblorosas.
La
juventud me trajo más lágrimas que rosas
pues
del amor yo hice la biblia de mis credos,
mas
se me fue la tarde como agua entre los dedos
y
vino a mí la noche de zarpas tenebrosas.
Por
terminar con tanto vagar sin rumbo fijo
me
refugié en tus brazos de fiel samaritana
y
allí encontré reposo, calor y buen cobijo.
Y
aunque volvió la vida con fuerza una mañana,
ya
no encontré las llaves que abrieran mi escondrijo
y
me quedé a mirarla pasar tras la ventana.