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Una tarde de penas consentidas
te cruzaste de pronto en mi camino
y brotó de mi pecho peregrino
una fuente de risas escondidas.
Esa tarde de rosas encendidas
me encontré con tus ojos y, mi sino,
hasta entonces errante y anodino,
caminó ya por sendas definidas.
Y es que tú, mariposa de alto vuelo,
decidiste una tarde de azahares
exhibir tu volar a ras de suelo.
Y esa tarde subiste a los altares
de mi mundo sin fe, para consuelo
de mis penas de amor y mis pesares.
2010
Supongo que he leído tus pesares,
ResponderEliminarescritos en la década pasada.
Me juego a que tenías en la grada
tus versos aguardando ser cantares.
Propongo que si estás por estos lares
recicles cada estrofa con tu espada,
no olvides que la esgrima es la mirada
del pobre tecladista de avatares.
¿Mi sueño? Mariposa de los sueños
del hombre que se sube al escenario
y ha negado las cuentas del rosario
que desprecian los dueños.
Maldigo a los amigos del erario
que niegan al pasar el calendario.