I
Pinta de un tono rojo misterioso,
el sol, los ojos grandes del mochuelo,
cuando en el horizonte forma el cielo
una hoguera de senos caprichosos.
Los pajarillos vuelan, afanosos,
veloces, por cantar a sus polluelos
la canción cristalina del riachuelo
que fluye por un lecho pedregoso.
¡Ya se muere la tarde veraniega!
¡Ya el ocaso amenaza el horizonte!
¡Ya la noche se extiende por la vega!
Las estrellas, luciérnagas divinas,
son miles de puntitos luminosos
que muestran la belleza vespertina.
el sol, los ojos grandes del mochuelo,
cuando en el horizonte forma el cielo
una hoguera de senos caprichosos.
Los pajarillos vuelan, afanosos,
veloces, por cantar a sus polluelos
la canción cristalina del riachuelo
que fluye por un lecho pedregoso.
¡Ya se muere la tarde veraniega!
¡Ya el ocaso amenaza el horizonte!
¡Ya la noche se extiende por la vega!
Las estrellas, luciérnagas divinas,
son miles de puntitos luminosos
que muestran la belleza vespertina.
1970
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