LVIII
Este incierto vivir, esta desgana
que transforma sin más mi sangre en hielo,
este miedo a soñar, este desvelo
ante cualquier señal en mi ventana.
Esta tenaz rutina cotidiana
que me tiene clavado al duro suelo,
este miedo a sentir, este recelo
del vívido fulgor de la mañana...
no es más que la vejez, la decadencia
de un cuerpo ajado ya, sin alegría,
que sumiso va en pos de su sentencia;
dejé ya muy atrás mi mediodía
y en la tarde navega mi existencia
camino de la noche negra y fría.
Enero-15
Buen soneto y por desgracia me veo en cada verso.
ResponderEliminarSaludos.
Pues mucho ánimo Toro,solo es un poema. Hay que seguir viviendo.
EliminarSaludos cordiales.
Que a vida lhe sorria, nunca é tarde para sonhar!
ResponderEliminarUm beijinho!
💙💙💙 Megy Maia
Muchas gracias Margarida. Saludos cordiales,
EliminarSí que es incierto ir viendo las señales del paso del tiempo. Intentamos rebelarnos, pero es la vida y todos navegamos hacia la misma noche.
ResponderEliminarMuy bello soneto Joaquín.
Abrazos.
Gracias Tatiana. Sí, es inevitable, aunque nunca debe entristecernos.
EliminarAbrazos.
Un soneto excepcional en fondo y forma, con un final espectacular.
ResponderEliminarFelicitaciones, Joaquín
Muchas gracias, Ana. Fuerte abrazo.
EliminarMuy bello soneto cantado en la noche de los tiempos, a la que todos llegaremos desde diferentes caminos.
ResponderEliminarAbrazo fuerte y solidario, Joaquin.
Gracias Ceciely por tu huella. Un abrazo en la distancia.
EliminarCuanta tristeza en el soneto Joaquin, pero eso no le quita belleza, sino todo lo contrario, la realza... Hay caminos que todos transitaremos algun dia siempre y cuando la vida nos deje llegar hasta alli. Un abrazo grande!!!
ResponderEliminarDe eso se trata Eli, de llegar aunque no nos guste tanto como antes nuestro cuerpo. Otros no llegaron y eso debe entristecernos más.
EliminarAbrazo, poeta.
Que bonito amigo, y que tristeza que sea así en algunos momentos, y desde luego los hay, sobre todo cuando te pones a pensar que como es posible que tan pronto hemos llegado a donde estamos, y que el cuerpo te va dando las típicas señales. El cuerpo nunca va de acuerdo con el espíritu que tenemos, aunque algunas veces si que van a la vez... como en este esplendido soneto.
ResponderEliminarNo busqué esta página, no sé como me salió pero me alegro.
Un gran abrazo.
Aunque no fue esa mi intención, reconozco que el soneto me salió un tanto tremendista. La vejez es inevitable pero no debemos tampoco obsesionarnos con los años,al contrario, disfrutar los que nos quedan sin pensar en el mañana.
EliminarDe eso, de difrutar sin tanto pensar, creo que tú sabes más que yo.
Muchas gracias Elda por encontrarme también aquí entre la muchedumbre de este mundo de los blogs.
Afrazo fuerte, amiga.
Desgarrador soneto que nos muestra, con un fatalismo quevedesco, los estragos del tiempo. Los miras a los ojos sin contemplaciones, lo que no puede hacernos olvidar que cada vez escribes mejor, tu bondad ha sido bendecida por los hados.
ResponderEliminarUn abrazo.