LVI
Sus manos, dos palomas
encantadas
bebiendo de
seis ríos de metal;
sus ojos,
limpios lagos de cristal
con brillos
de mil noches estrelladas.
Acordes como
agudas puñaladas
al mismo
corazón -dulce puñal-;
cadencias que
con arte magistral
llenaban de
color las madrugadas.
Hablaba la
guitarra y él sentía
que al cielo
se elevaba cual gaviota
en busca de la luz del nuevo día:
pues se
dejaba el alma en cada nota.
Hoy la mía
tan solo es alma rota
que al saber
de tu adiós, vaga sombría.
Abril-2014
Fabuloso soneto al gran Paco de Lucía.
ResponderEliminarMe da pena cómo murió. Llegó con síntomas de infarto. Había tan poco personal de urgencias que no lo atendieron inmediatamente. Le hicieron esperar en los pasillos o sala de espera de un hospital. Cuando fueron a atenderlo ya era demasiado tarde.
Era un genio.
Buen homenaje en su memoria
¡Vaya! No sabía los detalles. A saber que hubiera pasado si lo atienden antes.
EliminarY sí,era un genio. Pocos han manejado la guitarra como él.
Gracias Ana.
Gracias Toro. Saludos
ResponderEliminarMe ha costado, Joaquín, ponerte este comentario, las cosas ya no son como eran. A través del inspirado soneto que le dedicas al gran Paco de Lucía, te dejo mis mejores deseos para este año que ya ha entrado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hablaba la guitarra y él sentía
ResponderEliminarque al cielo se elevaba cual gaviota
en busca de la luz del nuevo día:
pues se dejaba el alma en cada nota.
Los seguidores del embrujo de Paco, deben conocer estos versos inmortales.Poco nos place más que insistir sobre lo perdido aunque duela, que alardear de lo que ganamos sin darnos cuenta y pasa a formar parte de nuestro patrimonio espiritual. Sigues sintiendo el dolor de enfrentarte con la poesía.
Un abrazo.