LXII
Que se oculte la luna que no quiero
ver de nuevo su pálido semblante
que prefiero ser ciego caminante
por sinuoso y recóndito sendero.
Que se oculte detrás de aquel otero
que no quiero mirarla ni un instante
que si vuelve a cantarme su galante
cantilena de amor, de pena muero.
Ella fue la culpable, sólo ella
de que inerme la aurora me encontrara
suspirando de amor entre unos brazos.
¡Era tersa su piel! ¡Era tan bella
que al partir, el cantar que me cantara
me partió el corazón en mil pedazos!
Agosto
15
Leerte, Joaquín, es aprender y disfrutar de la verdadera poesía.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Rafael. Un comentario así, viniendo de ti que eres un poeta enorme, es siempre motivo de satisfacción. Me alegra volver a verte por mis blogs.
EliminarUn abrazo
Joaquin una belleza de poesia.
ResponderEliminarEscribes con el alma.
Una delicia leerte.
Cariños y besos
Muchas gracias,celebro que te haya gustado.
EliminarUn abrazo
Joaquin, que tengas un maravilloso inicio de semana.
ResponderEliminarCariños y besos amigo