XXXVII
(Soneto acróstico)
Dios
sabe que te amé sin condiciones,
Incansable
luché por tu cariño:
Siempre
buscando un gesto, cualquier guiño
Entre
la sinrazón de tus razones.
La luna, que gobierna las pasiones,
Ocultó
su brillante piel de armiño
Entre
nubes,al ver que, como un niño,
No
pude controlar mis emociones.
Saliste de mi vida de puntillas,
Olvidaste
que el fuego de este amor
Nunca
se ausentará de tus mejillas.
Estarás añorando mi calor
Toda
tu vida errante y, de rodillas,
Orarás
mientras lloras por tu error.
Noviembre-2012
Un amor que dejó huella y se siente en el poema.
ResponderEliminarBesos.
Hay fuegos que no se apagan nunca.
ResponderEliminarHermoso poema, como siempre, Joaquín.
Un beso
En una partida siempre hay un@ que sufre más que el otro.
ResponderEliminarBello y triste soneto. Esperando que el tiempo amaine el dolor.
Gracias por tu huella dejada en mi blog.
Un abrazo Joaquín
Hecho Luiz,sin problemas.
ResponderEliminarOtro buen soneto.
ResponderEliminarMerece volver a ser leído.
Muy bueno Joaquín. Se lee como una melodía.
ResponderEliminarUn abrazo :)
Un poema rítmico, claro y rotundo...El amor lo llevamos grabado en el recuerdo por toda la eternidad. Me alegro de visitarte en este blog, donde antiguos sonetos vuelven a la luz y es que la buena poesía, como el vino, cuanto más tiempo pasa, más solera y más valor tiene.
ResponderEliminarMi gratitud por tu cercanía y por tu amor a las letras, Joaquín.
Mi abrazo de lavandas en vuelo.
El buen amor perdura y será bueno tenerlo en cuenta.
ResponderEliminarBello poema.